domingo, 29 de noviembre de 2009

1875: el punto de partida...



San Nicolás: el cuartel general…


San Nicolás es nuestro cuartel General:
la población está entusiasmada
con los Padres Salesianos
…”

Carta del Padre Juan Cagliero
a Don Bosco


En el amplio cielo que dibuja el horizonte, la vida de estos primeros misioneros en San Nicolás de los Arroyos, no será del todo apacible: deberán redoblar esfuerzos para poner a punto el Colegio San Nicolás, dotarlo de moviliarios y habitaciones acordes para el buen funcionamiento. Sólo así, se podrá llegar en condiciones al 26 de marzo de 1876, fecha en que el colegio y su capilla anexa, quedan formalmente inaugurados.
Con la presencia de Monseñor León Federico Aneiros (arzobispo de Buenos Aires), el Padre Dr. Pedro Ceccarelli, el Padre Juan Cagliero, el comisionado municipal José Francisco Benítez y personalidades destacadas de la ciudad, el proyecto primigenio de Don Bosco, echaba a andar poniendo siempre su proa hacia el sur.
Ese será, a mi entender, el punto de partida más importante de esta primera camada de misioneros salesianos, porque de allí en adelante se enfrentarán a tiempos de expansión y retrocesos, de acomodamientos básicos y economías desvastadas por la realidad interna del propio Colegio (deudas contraídas para equiparar y mejorar las instalaciones del establecimiento, y solventar los gastos de los pupilos indigentes) y externa del país en su conjunto.
Vendrán tiempos de replantearse si conviene o no seguir manteniendo un Colegio deficitario, o si la constante prédica de la Masonería local denostando la labor salesiana, harán mella en el temple decidido de los abnegados sacerdotes.
En este último contexto, cabe señalar que la actitud de los masones locales fue de tal magnitud que hasta se llegó a abrir -como contrapartida al emprendimiento de los misioneros de Don Bosco- un colegio dirigido y administrado por la Logia Unión y Amistad.
Si bien este nuevo establecimiento educativo en un principio le restó alumnos al Colegio San Nicolás, su vida fue efímera -solo dos años- cayendo rápidamente en el descrédito y en deudas impagables que aceleraron su cierre. Aún así, las difamaciones se suscitaban por igual abarcando incluso un ramillete de comentarios infames. Véase, como ejemplo, la nota dirigida al Doctor José Solá por parte del Padre José Fagnano, fechada el día 16 de abril de 1877: “Ayer y hoy mandaron algunos padres de los niños a ver si era verdad que en este Colegio habian muchos enfermos de tifus. Como en este estbablecimiento no hay ni un enfermo de tifus, y veo que esta es noticia falsa desparramada en el Pueblo, así es que me dirijo a V. tenga a bien contestarme exponiéndome el estado sanitario de los niños del Colegio para que el público quede tranquilizado…”.
Aún así, y en medio del más recio temporal, la mano protectora del coorperador José Francisco Benítez, acudía presta para solucionar los problemas.
En medio de estas incidiosas circunstancias, un mojón histórico atempera ánimos y fisgonea con énfasis cualquier intento de sucumbir ante la borrasca.
El 11 de febrero de 1894 (dos años después del inicio de su construcción), se inaugura la nueva Iglesia “María Auxiliadora”, ubicada a un costado del predio reservado para erigirse -en el futuro inmediato- las instalaciones de lo que será, el flamante establecimiento educativo.
El Colegio San Nicolás, que se llamará con el tiempo simplemente “Colegio Don Bosco”, en épocas de su tercer Director, el Padre Patricio Diamond (sucesor del Padre Tomatis) concreta este proyecto muy anhelado por todos.
Con la esmerada colaboración del arquitecto Luis Petroni, los quinteros de la zona (loables mecenas de toda la actividad salesiana) junto a los habitantes de la ciudad, participan gozosos de esta inauguración a cargo de Monseñor Cagliero, quien a su vez -según rezan las crónicas- imparte numerosas confirmaciones.
La iglesia, cuya construcción total quedó trunca (carece de una nave y torres contempladas originariamente en sus planos arquitectónicos), tendrá un hermoso frontispicio, donde aparece María Auxiliadora con el niño Jesús, rodeada de dos ángeles y en su parte inferior una frase en latín que reza: “Monstra te esse matrem” (“Muéstrate que eres Madre”).
Se cumplían, en ese año, el 40 aniversario de la aparición de la Virgen de Lourdes y seis años de la muerte del fundador de la congregación salesiana.
Mientras tanto, ya se encontraba en nuestra ciudad, un cuadro de María Auxiliadora, bendecido y enviado por Don Bosco, que había sido pintado por uno de sus ex alumnos oratorianos -Giuseppe Rollini-, óleo que se constituirá en referencia de devoción y milagrosas intercecciones de nuestra Reina Celestial.





Traslado, nuevo siglo y esplendor


Válido resulta destacar que, luego de esta primer expedición misionera a América, Juan Bosco enviará otras diez expediciones más: “…en noviembre de 1876 con Don Bodrato y Don Lasagna; en noviembre de 1877 con Don Costamagna, Don Vespignani, Don Milanesio y las primeras Hijas de María Auxiliadora; y las expediciones de los años 1878, 1881, 1883, 1885, 1886 y 1887.En 1888 había casi 150 salesianos y 50 Hijas de María Auxiliadora en América del Sur. Y se radicaron en Argentina, Uruguay, Brasil, Chile y Ecuador…”
En San Nicolás de los Arroyos, finalmente, el colegio sorteará los inconvenientes generados por el pedido de desalojo de la Comuna -donde se encontraba enquistada la mayoría de los miembros de la logia masónica “Unión y Amistad”-, trasladándose en forma definitiva (el 26 de noviembre de 1900) hasta su asentamiento actual. Terreno y construcción cedida y llevada a cabo por el tezón y la admirable entrega de los quinteros italianos afincados en la zona, verdaderos cooperadores de esta empresa salesiana.
Entre ellos podemos nombrar a las familias Cámpora, Montaldo, Ponte, Vigo y Lanza. El Padre salesiano Cayetano Bruno, en su cuaderno histórico “Las hijas de María Auxiliadora en San Nicolás /Centenario de la Fundación/ 1891-1991”, destaca que: “Los quinteros llegados de Italia y afincados en los aledaños de San Nicolás presentaban un frente compacto de espiritualidad católica. Lo formaban más o menos doce familias emparentadas entre sí, provenientes casi todas de Santo Stéfano di Lávrego (Génova), llegadas a América desde 1857 en adelante... Formaron, sobre todo, un estilo de vida prolífera en vocaciones así para los salesianos y las hermanas, como para el clero secular y otras familias religiosas...”
Con la presencia de ilustres sacerdotes de la congregación (entre ellos, los Padres Pablo Albera, Juan Cagliero, José Fagnano y José Vespignani) el nuevo edificio educativo abre sus puertas a la sociedad, el 8 de diciembre de 1901, en los inicios mismos del siglo XX.
De allí en adelante, se comenzará a cosechar lo sembrado hasta entonces, y es así que aparecen en escena directores de la talla del Padre Luis Pedemonte, Bartolomé Molinari, Luis Botta, Juan B. Guerra, Roberto J. Tavella, Esteban Punto, Luis Ramasso, Santiago De Paoli, Antonio Scasso, José Gómez y Francisco Trossero, los que encaminarán al Colegio Don Bosco a su tiempo de esplendor, en la primera mitad del siglo.
Para tener solo una idea de este singular crecimiento, basta mencionar que, a mediados de 1950, el establecimiento educativo cuenta con 1300 alumnos externos, en sus distintos turnos.
Junto a los amplios salones y gabinetes de enseñanza, un teatro de usos múltiples y un museo de ciencias naturales, darán verdadero lustre a toda la actividad educativa generada en la época.
Dentro de ese contexto, llegará el momento en que la Iglesia “María Auxiliadora”, se convierta en Parroquia (22 de febrero de 1959) y trascienda sus límites pastorales, cobijando en su acción evangelizadora, a numerosos centros misionales.
Directores como el Padre Pablo Zcéliga, José Lórber, Germán Plasenzotti y Dante Hugo Travaglino, sabrán amoldar el colegio a los cambios sociales y económicos evidenciados en la ciudad, éjido urbano que pasaba a constituirse en un importante enclave industrial del denominado “cordón La Plata-San Lorenzo” con el asentamiento de la Sociedad Mixta Siderurgia Argentina (SO.MI.S.A.).
En estos últimos 50 años, e iniciado ya su camino en el siglo XXI, el antiguo Colegio San Nicolás, otrora albergue de los primeros misioneros enviados por el “Santo amico dei giovanni e del popolo” (26), es hoy un solar educativo que trata de ponerse al día con las expectivas lógicas que promueven la vida en este nuevo milenio.
En los anales de su historia quedan los nombres de otros sacerdotes que tendrán a su cargo guiar la obra de Don Bosco en San Nicolás de los Arroyos (Padres Isidro Máspoli, Teresio Giordano, Mario Persig, Juan A. Brambilla, Eduardo Jorge y Mario Del Degan) los que junto a destacados salesianos que se ganarán un lugar en el corazón de su pueblo (Padres Felipe Gareis, Roberto D’Amico y Fermín Albrech), sabrán campear las adversidades para sostener la permanencia de esta primera casa salesiana en América, como así también dotarla del verdadero sentido para la cual fue creada.



(Extraído del libro "Giuseppe Rollini: la salvadora gratitud del amparo" del escritor Piero De Vicari, Yaguarón Ediciones, 2009)

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